Sistemas agricolas sostenibles

La sostenibilidad o sustentabilidad se refiere a la capacidad de un sistema agrícola para mantener la producción a lo largo del tiempo, a pesar de las restricciones ecológicas y socioeconomicas a largo plazo.

Esta sostenibilidad se pone de manifiesto cuando el sistema está sometido a fuerzas perturbadoras de gran intensidad (erosión del suelo, disminución de la demanda del mercado o aumento repentino del precio de un insumo, como el del petroleo a mediados de los 70). Tras una situación de estrés de este tipo, la productividad del sistema agrario puede no verse afectada, o bien puede caer y luego volver al nivel previo, en cuyo caso el sistema sería sotenible o sustentable. También puede establecerse en un nuevo nivel o incluso desaparecer en su totalidad, con lo cual el sistema sería insostenible.

La sostenibilidad de un sistema agrícola depende de las caracerísticas intrínsecas del mismo, de la naturaleza e intensidad de la fuerza perturbadora a que está sometido, y de los insumos que pueden ser introducidos para contrarrestar estas fuerzas perturbadoras. Todas estas propiedades o atributos están interreacionados. Por ejemplo, un proyecto de riego a gran escala puede conseguir una mayor prductividad, pero a expensas de una baja sostenibilidad.

· Sistemas agrícolas sostenibles

El agricultor debe considerar su explotación como un componente más del medio ambiente, por lo que, además de los beneficios económicos, la explotación debe ser manejada en armonía con el ambiente y conservar los recursos naturales no renovables.

En la década de los 80, la inquietud sobre la conservación de recursos hace que surjan con fuerza algunas líneas de trabajo opuestas a muchas de las prácticas que habían supuesto el motor de la Revolución Verde, que desembocan en la aparición de distintos sistemas agrícolas alternativos (agricultura ecologica, orgánica, de bajo input, biológica, conservativa, biodinámica, regenerativa, etc.). Todos tienen en común la búsqueda de alternativas al uso de agroquímicos en general por razones de salud e impacto ambiental. Frente al sistema productivista, basado en las tecnologías de alto consumo de inputs, que requiere una gran aportación de energía fósil, los sistemas alternativos requieren una baja aportación de inputs pero una gran aportación de energía humana (mano de obra).

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Tanto a nivel europeo como nacional, la agricultura ecológica queda perfectamente definida en toda la legislación que se ha ido produciendo para su regulación, que recoge los productos que se pueden emplear, quedando excluidos cualquier fitosanitario o fertilizante químico de síntesis. Ningún país europeo tiene más del 0,5% del número de sus fincas o de su superficie agrícola nacional bajo esta denominación.

La agricultura ecológica significa pues una renuncia a los avances cientifico-técnicos que han permitido un gran desarrollo agrario, y no recupera los aspectos positivos que con la Revolución Verde se alcanzaron. Por su propia naturaleza, la agricultura ecológica da lugar a una reducción de la producción global de alimentos, dada su fuerte reducción en rendimientos.

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